¿Memoria, u odio histórico?

Bandera de España en Plaza ColónMucho se cacarea del avance de España en la democracia pos franquista, y con justa razón en muchos aspectos. Pero los avances en lo político y social fallan.

Políticamente, seguimos con una manifiesta división de la patria, cada vez más fragmentada por ideas separatistas o independentistas, más propias del feudalismo de la edad media, del que muchos creíamos haber salido. Es que hay demasiado reyezuelo de sangre roja que quiere gobernar, aunque sea en un pedazo de esta piel de toro, convertida en múltiples y rentables andorras, montecarlos o luxemburgos. Por otra parte, así como en épocas pretéritas un ilustre español pidió echar siete cerrojos a la tumba del Cid, hoy será necesario echar algunos más a la tumba de Franco.

Es aborrecible que, cosas tales como iniciar la letra propuesta para el himno nacional con el loable deseo de ´Viva España’, sea tomado por algunos analfabetas del desarrollo, como un recuerdo del grito franquista y también canción de 1942, titulada «Arriba España«. Pero que el deseo de una España unida, manifestado también en esa simple propuesta, se intente aproximarlo a la antigua mención de similar factura, que también hacía Franco, unidad tan aborrecida hoy en día por los actuales pro separatistas, entre otros, me parece el colmo del odio histórico.

El Caudillo hace décadas que murió, pero los rencores siguen tan vivos como en su época más radical. Como disculpas para mantener viva esa llama abrasadora y destructiva, se invoca la reivindicación de los costumbrismos y lenguas locales, prohibidas y perseguidas durante la dictadura; o al padecimiento sufrido por el bando ideológico en el que se estuvo: republicanos, realistas, carlitas, nacionalistas o indiferentistas, y las pérdidas humanas; o a la seudo necesidad de mantener la denominada memoria histórica, para no olvidar. Pero este último término solo oculta la verdad subyacente, aterradora en sus repercusiones sociales, y que no es otra que el odio ancestral de unos cuantos; demasiados.

Quedan aún esos fósiles históricos, que ahora se manifiestan impunemente como actores de reparto en la palestra de la política española, rumiando sus recuerdos en una continua regurgitación apestosa, que solo saben minar y entorpecer la unidad y fortaleza de la patria española, y tratan de verter la corrosiva bilis de su rencor en las juventudes, para perpetuarlo pos morten. En algunos casos, al parecer, hasta pretenden tergiversar los hechos acaecidos, modelando un pasado muy distinto y falsificando la historia por conveniencia; unos para aparecer como salvadores; otros, como víctimas de la dictadura; otros, quien sabe para qué, promoviendo una determinada visión de nuestro pasado. ¿Entra en ese juego la propuesta Ley de Memoria Histórica?

Hay una línea muy delgada que separa la veracidad de ciertas realidades, que dependerá de quien observe. En las guerras habrá individuos que aparecerán como héroes para los de su mismo bando, mientras que podrían ser asesinos para los ojos contrarios. Así, es muy fácil hablar o escribir sobre alguien a posteriori, y modificar su biografía y perfil, haciéndolo parecer ahora como héroe si fue un cobarde; o como víctima, siendo, por el contrario, un victimario, cuando no sicario. Y así quedará, a menos que, alguien que lo conociera, se niegue a olvidar la verdad y lo aclare o desmienta.

Pienso que los políticos deben ocuparse de manejar al país, que de la historia ya lo hacen catedráticos e historiadores. ¿Me pregunto por qué hay tanto afán y tanto baile de papeles históricos últimamente? ¿Se intentará desaparecer lo que no conviene?

Creo que mientras todos esos fósiles históricos, que aún claman protagonismo, no se encuentren un metro bajo tierra, bien fríos y sin lápida, fuera de suelo consagrado y con una estaca de madera clavada en el corazón, la generación actual de mis hijos, y la venidera de mis nietos, no podrán descansar de los fantasmas del pasado, generados en una guerra civil en la que no vivieron, y que ya poco les interesa más que como dato histórico.

Los recuerdos de los errores del pasado deben servir para evitar cometerlos nuevamente, no para perpetuarlos. Esa sana práctica nos sirvió para sobrevivir a los dinosaurios y llegar a lo que somos. Eso es evolución.

Ante las cosas que suceden, al igual que lo hice ayer, hoy más que nunca me pregunto: ¿Hacia dónde vas, España?

N.A. Este artículo ha sido a solicitud de mi hija mayor.

Para aclarar el concepto de memoria histórica.

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3 respuestas a ¿Memoria, u odio histórico?

  1. Goathemala dijo:

    Sin embargo yo estoy a favor de esa ley siempre y cuando suponga la losa definitiva a nuestra Guerra Civil. No me molesta que se hiciera y si me preocupa más toda el auge de independentistas.

    Saludos.

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