Al igual que el año pasado, este también pude asistir con mi familia a la cabalgata de reyes. Salvo una lluviecita fina y pasajera, que en nada nos amilanó, todo estuvo muy bien. La cabalgata del año pasado la vimos ubicados en la Plaza Colón. La vista estuvo bien, pero la posición no fue adecuada para tomar buenas fotos, debido a los reflectores que tenía situados en frente. Este otro año, mi hijo consiguió pases para la zona de sillas de ruedas, y nos sentamos cómodamente en el área preparada en medio de la plaza de Cibeles, de frente a la calle de Alcalá y el Real Palacio de Correos, ahora sede del Ayuntamiento de Madrid. No es que tengamos niños en edad de estas cosas, pero nos parece una buena forma de pasar unas horas amenas, y de sacar unos cuantos cientos de fotografías.
Como abrebocas, mientras esperábamos la llegada de la cabalgata, nos presentaron dos espectáculos musicales: el grupo Vienna Clarinet Connection,
y la coral juvenil argentina Choral Beatles.
La mezcla para estas cosas es como la de los churros, simple y bien conocida:
unos cuantos miles de niños ansiosos, y sus familiares, cámaras de televisión cubriendo el recorrido, carrozas, espectáculos y personajes diversos.
Los primeros en llegar fueron cuatro globos aerostáticos en forma de enormes ángeles. Luego, lo que todos esperábamos:
los caballos,
jinetes,
y más caballos.
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Por supuesto, bandas de músicos,
y carrozas.
Y girando alrededor de ellas, cientos de personas con múltiples disfraces.
Y no podían faltar los gnomos y las hadas, caminantes y voladoras.
Este año, el tema iba del espacio y las estrellas, por lo que unos inmensos globos, representando cuerpos celestes con rostros, lo presidieron todo.
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De ellos colgaban etéreas volatineras danzarinas.
Y como el tema también iba de Pinocho, no faltaron esos personajes, como Gepetto, su constructor,
y el propio Pinocho, que viajaba de parrillero en una singular moto, con dos de sus amigos animales.
Y no podían faltar los demás caracteres del libro.
Un enorme globo aerostático, representando a la ballena que se los tragó, era un personaje que no podía olvidarse.
Y tampoco quedó en el olvido el enorme pulpo,
así como otros bichos variados,
movidos por pasacalles montados en ingeniosos artilugios rodantes, que agrandaban los ojos de los niños y les arrancaban gritos de asombro.
Finalmente, lo que todos ellos esperaban, la llegada de los reyes magos. Precedidos por grandes cortejos de pajes, fueron apareciendo las carrozas que llevaban a Melchor, Gaspar y Baltasar.
Como la plaza de La Cibeles era el punto de llegada de la cabalgata, sus majestades se bajaron de sus arrozas y leyeron su mesaje, para niños y adultos.
Debo decir que, nuestro sitio en Cibeles, permitía la vista de todo el Paseo de Recoletos hasta la Plaza de Colón. Por eso pensé que no tendría obstáculos para sacar las fotos a las carrozas, cuando vinieran acercándose. Pero estaba en un error. No conté con que era tal la cantidad de personas, pertenecientes a la policía municipal y a los cuerpos auxiliares, así como los de defensa civil y paramédicos del SAMUR, y además, parecía tal su empeño en ponerse en el medio, que fue toda una odisea sacar alguna foto en la que no aparecieran ellos como una barrera humana. Para más, siendo Cibeles el punto final, todos los que llegaban acompañando a cada carroza y cortejo se iban agrupando allí, por lo que, al final, aquello parecía más el desfile de los cuerpos de seguridad que la cabalgata de reyes.
Pero bueno, el broche final, los fuegos artificiales, no me los pudieron obstaculizar.
Una vez más, yo terminé contento con los resultados de mi cámara todo terreno, una Panasonic Lumix DMC-FZ50. Noche y objetos en movimiento, es la peor combinación posible para tomar fotografías que no salgan movidas. Yo no se lo que hubiera hecho sin la versatilidad de su teleobjetivo, que me da desde gran angular hasta más de 600 mm., y su excelente estabilizador, que me permitió tomas sin apoyo alguno, con tiempos de exposición tan «largos» como de 1/10 de segundo, en sensibilidades de apenas 200 ISO.
Más adelante, quizás hable de esta cámara, si me animo. En resumidas, para nosotros fue una noche agradable y nos divertimos un año más. Esta vez estábamos bien preparados, tanto para la espera como para el frío.
Pero todo no terminó ahí. Para cerrar esa noche, no podía faltar una buena taza de chocolate caliente, con un generoso trozo del roscón de reyes, una receta tradicional española.
Guao… tremendo desfile, que belleza!
Feliz año para ti y los tuyos y un fuerte abrazo entre tanto frio.