Cuando una persona, por no administrarse bien, llega a una situación de emergencia económica, sabe que de nada le sirve intentar pedir un aumento de sueldo que compense su propia torpeza.
Sin embargo cuando es el gobierno quien llega a una situación similar, lo arregla recortando servicios, bajando o congelando salarios en el sector público, abaratando el despido y el costo laboral en el sector privado y subiendo el IVA y los impuestos en general. Mientras, la destrucción de puestos de trabajo y el desempleo se propagan tan rápido como la epidemia de peste durante la edad media. Pero, claro, todo eso es más fácil que lograr frenar la evasión fiscal, que tan solo en el sector inmobiliario anda por el orden de los 8.600 millones de euros anuales.
¿Y qué le importa al gobierno sus desaciertos administrativos? Después de todo, a ninguno de ellos le demandarán responsabilidad civil por sus fracasos, tan solo política, si acaso. Al final, los más perjudicados serán los pensionistas y quienes viven en la cota del salario mínimo, que irán pasando a la indigencia. Faltarán bancos en los parques.
Que el gobierno deba recortar gastos es obvio. Pero quien no tiene para sí tampoco lo tiene para los demás. Hay quienes se pregunta por qué entonces el presidente Zapatero continúa aportando tanto dinero a diversas causas en el exterior, con el único propósito de promocionar su imagen internacional. En esa egolatría cada vez se me parece más a Hugo Chávez en Venezuela. Porque a los ciudadanos corrientes nos cuesta entender que España pueda ahora prestar toda esa cantidad de dinero para ayudar a Grecia, si, por otro lado, aquí estamos reduciendo gastos y levantando impuestos porque no nos alcanza el dinero. Sí, España está obligada a ello, ya me lo explicaron. Aunque luego tenga que pedir préstamos al FMI.
Tengo aún muy claro el cansón sonsonete de «tenemos un superavit» con que Zapatero respondía a quienes, hace cosa de un par de años, le advertían de lo que se nos venía. ¿Y dónde está ese superavit ahora?
Cierto que la crisis española no es como la griega, pero podría llegar a serlo si el gobierno no quiere reconocer sus errores y desaciertos, además de tomar verdaderas medidas económicas, en lugar de intentar mantener su potencial electoral con pañitos calientes populistas, como hasta ahora ha hecho.
Deberíamos mirarnos en el espejo de Grecia.
Mientras, el principal partido opositor aprovecha para intentar pescar votos a base de mentiras hipócritas como afirmar que, por el contrario, debieran bajarse los impuestos. Nada, que debemos apretarnos el cinturón… si es que aún queda algo que se pueda apretar.
De interés en otros medios:
Crisis griega: ¡Esto es un atraco!
Evasion fiscal, versus elusion fiscal, versus ahorro fiscal.
Actualización 18-05. Pues lo que yo decía: El control del fraude reportaría el doble que el ahorro anunciado por el Gobierno