No fumadores, ciudadanos de segunda

calentador externo de gasParece haber pasado la que yo llamo la era del reinado indiscriminado de los fumadores, cuando todas las cafeterías y bares permitían fumar, e insisto en el «todas», por eso de que la excepción confirma le regla.

Siempre curioso por conocer los motivos de las cosas,  en algunos de esos sitios yo preguntaba por qué no mejoraban el sistema de extracción de aire. Porque en algunos bares no era más que un pequeño ventilador-extractor mal situado, muchas veces apagado o en una mínima velocidad de rotación, que posiblemente fue utilizado para pasar alguna inspección de épocas remotas, del que nadie se preocupaba o acordaba de hacer funcionar más rápido, por mucho humo que se acumulara.

Las respuestas fueron diversas, desde que era mucho gasto eléctrico hasta que  tiraban demasiado y enfriaban el local sacando el aire caliente. Esta última respuesta no tenía sustentación alguna en el caluroso verano, pero seguían igual.

La única verdad detrás de tales escusas, a mi parecer, era que no tenían ganas de gastarse ni un euro, y de que a ninguno de los dueños de esos locales les importaba para nada los no fumadores y su salud. Por supuesto, bajo esa premisa tampoco les importaba la salud de los trabajadores, fueran fumadores o no. No sé, quizás si la Seguridad Social hubiera establecido un incremento en la cuota patronal a las ocupaciones de barmen, camareros y mesoneros de los bares de fumadores, por riesgo laboral, quizás algunas cosas pudieran haber cambiado o mejorado.

Ahora, no sin cierta sorpresa, he visto que muchísimos bares, entre ellos algunos de los que me objetaban los extractores de aire, han comprado costosas “farolas” con calentadores de gas, para colocar en el exterior y que los fumadores puedan permanecer allí mientras fuman. Para ellos sí, con lo que debo entender que los no fumadores éramos considerados parroquianos de segunda. Ahora quizás seamos los parroquianos desagradables, porque por nuestra causa han tenido que gastar más y perder el supuesto «filón»de los fumadores.

He preguntado en algunos si han notado una disminución real en el flujo de caja. En una buena cantidad de ellos me han dicho que los parroquianos que solían ir a desayunar, almorzar o merendar, seguían haciéndolo. Por supuesto, me parece que la gente tiene que comer. Pero, me dijeron, que algunos de los fumadores ya no se quedaban tanto tiempo. Interesante: se utiliza la medida del tiempo que una persona pasa en una cafetería, bar o restaurante, como indicativo de consumo y, por lo tanto, de gasto.

Me suena un poco como los cuentos de la ministra de incultura y la SGAE, con respecto a las supuestas descargas ilícitas y las pérdidas milmillonarias de esa industria. Lo que yo nunca he visto es un estudio, ni serio ni risible, que muestre cuánto más consumía un fumador, respecto a un no fumador, en un mismo local. Porque así como he visto y conozco personalmente a no fumadores que pueden ir al bar y tomarse una docena de cervezas o bajarse una botella de licor, he visto también a muchos fumadores consumir dos cigarrillos, uno tras del otro, ante un solo café o una sola copa de vino, mientras leen la prensa del día en solitario o conversan con otros de similar actitud y consumo.

El caso es que ahora yo puedo permanecer más tiempo en cualquiera de estos locales. De hecho este artículo lo estoy escribiendo y subiendo sentado cómodamente en el bar Agora, en Moreda de Aller, Asturias; mientras, sentados en la barra sigo viendo a la media docena de parroquianos fumadores de siempre, que siguen jugando a las máquinas tragaperras, tomándose su copa o copas (que no les llevo la cuenta) y saliendo de tanto en tanto a fumarse el cigarrillo, al calor de las dos farolas calentadoras de gas.

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