Relación prematrimonial

La novia embarazada

La novia embarazada―¡Se va a casar embarazada!―¡Oh, el Cielo nos libre!

No deja de resultarme un tanto raro el que, hoy en día, y en esto que hemos dado por llamar la moderna «sociedad occidental» alguien manifieste asombro porque una mujer se case estando embarazada. En tales expresiones, me parece más bien estar escuchando a mis abuelas con sus ideas de principios del siglo XX, modeladas por los prejuicios del XIX y los anteriores. ¿Cual puede ser el problema con que una mujer se case embarazada?

En muchos lugares se fomenta la relación prematrimonial, como una forma para que una pareja se conozca y pueda saber si es tan compatible como piensan. Se afirma que es una buena forma de disminuir los divorcios. Para nadie es un secreto que, durante el noviazgo, todo parece color de rosa, y se pasan por alto esas pequeñas imperfecciones que, más adelante, serán los roces diarios causantes de la famosa «incompatibilidad de caracteres». Pero una relación prematrimonial de algunas semanas puede definir esos detalles.

Una cosa es pasarse unas horas en mutua compañía, y luego cada quien se va para su casa con papi y mami, y otra muy distinta el tener que convivir juntos todos los días. Es entonces cuando comprenderán que no era suficiente que a los dos les gustaran los Rolling Stone, los calcetines verdes, los libros de Paulo Coelho, las carreras de autos, jugar al parchís y la comida china. Romeo y Julieta nunca tuvieron que ir recogiendo los trapos sucios del otro, compartir el mismo cuarto de baño, la misma habitación ni el control remoto del televisor.

En la actualidad, el concepto de la exigente y exigible virginidad en la noche nupcial no deja de ser sino un recuerdo sentimental, casi de cuentos de hadas. ¡Que nada malo tiene tampoco! Pienso que la virginidad nunca dejará de ser una completa y apreciada virtud en la mujer. Pero ya no es ni exigible ni indispensable para el matrimonio, mucho menos para ser utilizada por terceros como motivo de escándalo, ni aún de asombro.

¿Entonces, cual es el problema con que una mujer se case estando embarazada?

El hecho de la preñez prenupcial, para mí no es sino la simple alteración del orden socialmente establecido en los acontecimientos. Pero tal como en las matemáticas, en este caso tampoco el orden de los factores altera el producto. ¿Por qué necesariamente hay que casarse primero y tener el hijo luego? ¿O es que solamente a las artistas de cine se les acepta que puedan parir los hijos que quieran y luego casarse… si es que deciden hacerlo?

En épocas como las que vivimos, cada vez más y más parejas dejan de pasar por el Registro Civil y por la iglesia, constituyendo matrimonios de hecho y no de derecho, en un perfecto concubinato, no siempre reconocido por todas las legislaciones. Sin embargo, la convivencia no matrimonial parece asombrar menos a muchas personas, que ver a una mujer llegar al altar con la barriga abultada, rompiéndose la línea de la prístina caída de la tela del traje de novia.

Ahora bien, al menos en mi concepto, una cosa es casarse estando embarazada y, otra muy distinta, casarse “porque se está embarazada”. En el primer caso, se asume que privan el amor y la decisión libre y espontánea entre los contrayentes; en el segundo priva solamente la obligación moral, el compromiso y la coacción del qué dirán social. Y esto último si que es malo, porque, en nuestra sociedad, los matrimonios obligados, de antemano están condenados al fracaso, en su mayoría.

Una mujer disfrutando de la dulce espera, luce radiante. Una novia en su boda, luce radiante. Una novia ante el altar, mostrando la redondez de su barriga, lucirá doblemente radiante.

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