¿A dónde vas este verano?

Yo.  (Por Lilian Díaz)Es la pregunta típica. Por lo menos en los países que tienen cuatro estaciones climáticas definidas, como en Europa. Y no es para menos. Por más corto que haya sido un invierno, el cuerpo pide calentar los huesos bajo el sol. Claro que además, se calientan otras cosas también. Sol, rumba y verano, parece ser la consigna. Y si no lo creen, denle un vistazo a la prensa especializada y a la TV cuando muestra a los veraneantes en Mallorca, Tenerife, la Costa del Sol, las islas griegas o las caribeñas, solo por mencionar algunos pocos sitios. En las panorámicas de las playas, entre los montones de sombrillas, toldos, casetas y gente, el conjunto resulta tan abigarrado, que podría llegar a pensarse que se trata de una enorme colonia de focas en época de apareamiento, amontonadas unas encima de las otras.

Podríamos hacernos una idea del bienestar social de un país tomando el dato estadístico de las familias que cuentan con los recursos económicos extras para poder dejar, generalmente por todo un mes, ―particularmente en julio y agosto― sus trabajos y sus lugares de origen para irse de veraneo.

Pareciera que todo el mundo se marcha para algún sitio. Llame a algunas empresas de servicios y le dirán que los tienen reducidos. Pida algún producto a su proveedor habitual y le informarán que se tardarán un tiempo adicional para entregarlos. Aquí mismo, en este mundo de los weblogs, haga en uno de los foros una pregunta que considere urgente y no tendrá quien se la responda. Al principio pensará que no le están prestando la menor atención. Pero, después de la calentura dirá: ¡ah, claro, es el verano! Y se quedará más tranquilo.

Foto por Lilian Díaz, En la lancha con mis amigas

De locura, el asunto es de locura. El veraneo no es cosa de improvisación. A menos que seáis de los que van siempre al mismo lugar, año tras año, uno no espera a finales de junio para decidir a donde ir. La decisión ya se tomó el año anterior. Finalizadas unas vacaciones se comienza a planear las siguientes, por eso de las reservaciones… y de cuanto dinero necesitaremos ahorrar.

A principios de primavera, generalmente, las direcciones de turismo suelen preparar todo un tinglado de información de los diferentes sitios y ofertas existentes, para los aún indecisos. ¿Quieres playa o montaña? ¿Hotel, hostal o una tranquila casa rural, o prefieres un camping? ¿Deseas actividades de senderismo, paseos a caballo, canotaje, rafting, parapente, vuelo en globo aerostático, ordeñar vacas o unas tranquilas visitas a museos? Escoge, que la oferta abunda. Esa ensalada la aderezas con lo que quieras, como en los mejores restaurantes self-service. Eso sí, reserva con tiempo, porque podría agotarse el cupo en el lugar que elijas.

La verdad es que hay para todos los bolsillos, o para casi todos. Porque, al parecer, una gran mayoría tienen que conformarse con ir de visita al pueblo, al terruño en donde nacieron, para saludar a los viejitos y demás familia, aprovechando para respirar aire nuevo por unos días y con pocos gastos. Al final salen mejor, pues no regresan con las manos vacías. Foto por Lilian Díaz, Liliana y yoSe traen quesos, algún que otro jamón serrano o una buena panceta, unas botellas de vino o sidra casera, dos o tres conejos que hacían sitio por el congelador, un buen trozo de cordero y unas vueltas de chorizo bien curado, de la matanza del año pasado.

Pero no siempre hay que ser alto ejecutivo, un próspero comerciante, una estrella de la farándula o el deporte, pertenecer al Jet Set, haber sido el ganador de OT o estar en la política para poder irse de vacaciones al Caribe.

Foto por Lilian Díaz, Tomando un ronA título de ejemplo, mi hija menor, que vive en Madrid, no es nada de eso. Sin embargo, con el asueto universitario, se ha pasado un mes completo en las tropicales costas venezolanas, disfrutando con los amigos. Mucha playa, mucho sol y más rumba de lo que yo hubiera querido, hasta el amanecer. Y no precisamente porque tuviera necesidad de esperar hasta esa hora para tomar el metro de regreso.

Sí, ya sé que diréis que así cualquiera lo hace, teniendo un familiar a quien visitar, especialmente si son los padres. Pero bueno, el caso es que puede presumir de bronceado y piel morena a costa del tórrido sol tropical. ¿O no? ¡Hasta podría dar una exclusiva para la prensa del corazón!

Foto por Keyla Díaz, en el clubSin embargo, para que veáis como son las cosas, unas son de cal y otras son de arena, como se dice. Mi hija mayor no pudo imitarla, porque los proyectos que lleva como arquitecta no le permitieron ausentarse. Tuvo que conformarse con las piscinas madrileñas para aplacar los sofocantes calores del verano castellano durante el día, y alguna escapadita en el fin de semana hasta la playa más cercana. Durante las noches buscaba refugio en algunos clubs, hasta que afuera refrescaba lo suficiente como para salir. ¡Pobrecilla, que cosas por las que pasa! Pero dice que ya se desquitará más adelante.

Aquí en los trópicos la cosa va distinta. No hay más que dos estaciones, la seca y la lluviosa. Mejor dicho, la más lluviosa y la menos lluviosa, o la más seca y la menos seca, como prefieran. Porque no podemos diferenciar por temperaturas. Por eso no pensamos propiamente en “veranear”.

En sitios como aquí, en Venezuela, los grandes asuetos corren junto con el fin de año escolar, por eso de poder salir con los niños para algún lado. Y si las vacaciones escolares se producen en el mes de julio es solamente accidental, por eso del sistema educativo heredado de los europeos. Porque aquí, lo mismo podría terminar en febrero, ―que podríamos agarrar las fiestas carnavalescas y aún no han entrado las lluvias fuertes para aguarlo todo en la Gran Sabana o Canaima― que terminar el año en noviembre y disfrutar de un clima menos caluroso para nuestras vacaciones.

Bueno, los que han podido irse a veranear y aún están en eso, disfrútenlo cuanto puedan, que lo bueno acaba pronto. No dejen de tomar muchas fotos, para que los demás se lo crean. Y envíenme algunas. Aquellos a quienes ya se les terminaron y están de regreso, recuerden esos días.

Los que no han podido irse para ninguna parte, pues nada, a resignarse tocan. Pero eso sí, no se amarguen. Gocen de los parques y las piscinas públicas. Recorran tranquilamente los grandes centros comerciales y museos con aire acondicionado, y disfruten de un buen vermú o su trago preferido en la tasca del barrio, dándole a la lengua con los amigos y los de la peña. Aprovechen para criticar a todos los que veranean, esos que no tienen nada mejor que hacer, y que muy bien pudieran gastarse el dinero en cosas más provechosas. Con tantas necesidades que hay en el mundo.

Mientras tanto, en este Trópico de Cáncer, al igual que tantos otros, yo echaré de menos el veraneo. Particularmente, yo me resignaré a seguir soportando este sol bochornoso, día tras día, durante todo el año, viendo fundirse el asfalto y burbujear el mercurio en los termómetros, sintiendo la falta de los vientos frescos del otoño que tienen en el Mediterráneo o el Cantábrico.

Pero soy una persona paciente y resignada. No me quedará más remedio que irme a caminar los fines de semana, en completo aburrimiento por estas tranquilizadoras playas caribeñas de la costa oriental de Venezuela, bordeadas de palmeras con verdes cocos, esperando no tener la mala suerte de que me caiga uno en la cabeza. Foto por Lilian Díaz, con mis amigas en lancha O de tanto en tanto, cuando bien se tercie, tempranito en la mañana, aprovisionar bien la lancha con comida, bebida, dos o tres… amigos y abundante hielo, y dar una navegadita hasta las islas de La Tortuga o Los Roques. Buscaremos brisas más frescas que aplaquen el calor, alejándonos del bullicio de la ciudad, permaneciendo unas horas en la paz, el sosiego y soledad del mar… y de la lancha, mientras escucho, en un ritmo mezcla de rumba flamenca, merengue y onda nueva, la vieja y pegajosa cancioncilla aquella que, allá por los nostálgicos años 60, fuera la reina del verano en España.

Cuando calienta el ron

Lástima de la falta que nos hacen esos tres meses de veraneo para los que vivimos en estos trópicos. ¿No les parece? ¿Pero qué le vamos a hacer?

No me envidien. A mi me encanta ver nevar.

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3 respuestas a ¿A dónde vas este verano?

  1. diminui dijo:

    hola, te informamos que este blog ya pertenece al proyecto blogueratura; el lugar de la literatura independiente.
    no olvides poner un botón en tu blog para que tus leectores conozcan el proyecto.
    recibirás un correo con más información sobre las actividades de http://www.blogueratura.com
    gracias por seguir publicando la palabra.

  2. El cañero dijo:

    chamo, cuando vayas a cargar la lancha de bebidas, ron y «amigos» como esos me avisas, que yo puedo hacer el sacrificio y acompañarlos

  3. guardafaro dijo:

    Lo tendré en cuenta, «cañero». Solo que no dejaste dirección alguna en donde encontrarte.

    PING:
    TITLE: Picture It!
    BLOG NAME: Picture It!
    […] ¿A donde vas este verano? y titulada “Cuando calienta el ron…” También utilicé el Picture It! para las dos fotos alteradas de Adan y Eva, en las que agregué un elemento que no estaba en las imágenes originales.

    Bordes
      &n […]

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