¿Tienen los españoles una conciencia nacional?

¿A quién apoyaban los españoles en el partido de ayer entre el Barça y el Manchester? Yo pensaba que, por simple conciencia nacional, apoyarían al Barça; pero, debido a múltiples declaraciones que he escuchado, creo que estaba equivocado. Al parecer, una significativa cantidad de españoles, tan solo por ser hinchas del Real Madrid, el Sevilla, el Bilbao o el equipo que fuera, preferían que ganara el Manchester, antes que el «odiado» equipo barcelonés.  ¡Hay que tener los cojones mal puestos!

Puedo entender que las personas, en un encuentro entre dos equipos nacionales, apoyen al de su preferencia. Pero cuando el partido es contra el equipo de otro país, lo racional sería apoyar al equipo que nos representa. Pero ni en la religión, ni en la política ni en el deporte existe racionalidad alguna; todo es visceral.


Hace casi cuatro años escribí el artículo que titulé ¿Hacia dónde va España? Tengo que reconocer que aún no he encontrado las respuestas; sigo haciéndome la misma pregunta. Pero tras ver repetirse, una y otra vez, los sucesos de tantos encuentros deportivos, entiendo el porque en España estamos como estamos. Nunca hemos terminado de luchar entre nosotros mismos, cual si aún estuviéramos en la Edad Media. Franco hace mucho que murió; pero aún no lo enterramos. Los odios de la guerra civil parecen seguir vivos en muchos. Además están las facciones de los nacionalistas, de los monárquicos, de los separatistas y que se yo cuantos otros. Luego, que si el idioma valenciano no es igual que el catalán, que si el canario no es valenciano, que si el euskera, el gallego o lo que sea. Pareciera que todo se reduce a creerse diferente. En cada provincia se sienten diferentes. Y dentro de cada provincia están los que, por su fanatismo hacia un equipo de fútbol, hacia una ideología política, hacia una creencia religiosa, hacia una tendencia moral o hacia algún abolengo, se creen diferentes a todos los otros diferentes.

Luego nos quejamos de que nuestros políticos no miran por el país, sino por los intereses de sus propias facciones. Pobre España. Mientras los sentimientos regionalistas, individualistas y partidistas sean más fuerte que cualquier sentimiento de unidad nacional, me parece imposible que se convierta en ninguna potencia, ni en un referente positivo de nada. Me gustaría estar equivocado. El tiempo lo dirá.

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