Birmania libre, los muertos de la revolución azafrán

free Burma


Nyan Win, ministro de Asuntos Exteriores de Birmania (Myanmar), en su intervención ante la 62 Asamblea General de la ONU Justificó (o pretendió hacerlo) la represión de las manifestaciones en favor de la democracia en su país y aseguró que, tras la (brutal y represiva) actuación de las autoridades: «la normalidad ha regresado a Myanmar» y que «El destino de cada país debe ser determinado únicamente por su Gobierno y pueblo, no se puede imponer desde afuera. Por nuestra parte, estamos convencidos en proseguir hacia la democracia a través de nuestro propio camino».

Debe ser un camino democrático bastante peculiar, que no logro entender. ¿Se le puede llamar democrático al gobierno militar que rige ese país desde 1962, y que desde 1981 gobierna en forma de dictadura? Las primeras elecciones legislativas libres se convocaron en 1990, y en ellas el pueblo birmano intentó determinar su destino. La Liga Nacional por la Democracia, único partido opositor, ganó por un amplio margen, pero todo el proceso fue una mera pantomina. La Junta Militar le negó el traspaso de poderes. Desde entonces se la puede considerar formalmente como una férrea dictadura militar. ¿Y desde cuando las dictaduras transitan por algún camino democrático?

El Consejo Militar gobierna desde el miedo y el abuso que le permite el poder al no dejar que exista la oposición. Sistemáticamente viola los derechos de los grupos étnicos minoritarios. Utiliza a los miles de civiles obligados a estar en el Ejército para realizar trabajos forzosos en los edificios, las carreteras o incluso para trabajar en las plantaciones de opio, según denuncia la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

monjes budistas en Birmania


Poco importa cual fue ahora la gota que rebosó el vaso que se llenaba durante 45 años. La denominada revolución azafrán de los monjes budistas estalló de forma pacífica. ¿Cuál fue la respuesta del gobierno militar? No encontraron mejor forma de recoger esa cosecha azafrán que la represión total, brutal y sangrienta por medio de las armas. ¿Y qué hacen los guardianes de la seguridad mundial? Pues ante el profundo deterioro de la situación, la semana pasada el Consejo de Seguridad de la ONU se reunió a petición del Reino Unido. ¿Y qué ocurrió? Ante el desacuerdo de China para votar una sanción, solamente les quedó pedir contención a la Junta Militar de Myanmar. ¿Y cuál fue el alegato chino para su desacuerdo?

«La situación interna de Birmania aún no representa una amenaza para la paz y la seguridad» internacional, afirmó el embajador de China ante la ONU, Guangya Wang, al término de la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU.

¿Cuál es la sorpresa? No se podía esperar otra cosa de China, socio de Birmania, porque, en opinión de algunos, no le conviene que se le asocie con ningún episodio de violencia antes de los Juegos Olímpicos de 2008. Por otra parte era pedirles demasiado. Porque el gobierno de Pekín puede dar ejemplo de muchas cosas, pero no de verdadera democracia, ni de tolerancia política o libertad de expresión. Porque también tienen un largo rabo de paja.

Claro, el conflicto en Birmania no representa una amenaza para la paz mundial, ni tampoco les quita el sueño a los chinos; al fin y al cabo, me parece que a Pekín no le importan ni sus propios muertos. Cada quien calentito en su casa. Los cadáveres birmanos no importan, eso está muy lejos. Y esa forma de pensar la conoce muy bien el régimen militar. ¿Qué importan cientos de muertos? En el derramamiento de sangre durante las protestas de 1988, murieron al menos 3.000 personas y todo se quedó así. ¿Por qué ahora habría de ser distinto?

Las cifras oficiales de muertos actuales son inferiores a la veintena, pero la verdad es que «Las pérdidas humanas han sido muchísimo mayores de lo que se ha anunciado.

monjes budistas y soldados


Conservadoramente se habla de más de 1500 monjes presos y más de 1.000 desaparecidos, incluyendo periodistas internacionales. Pero, para los gobiernos del mundo, es preferible la mentira oficial de «16 muertos y todo bajo control» que la realidad cruda. Porque aceptando la mentira se puede justificar la pasividad e inacción. Total, si algún día cae el régimen militar birmano, siempre se puede solicitar el enjuiciamiento de los generales integrantes de la Junta Militar. Se les imputan crímenes de lesa humanidad, y queda lavada la cara frente a la opinión mundial, alegando que se hizo algo. ¿Y en qué beneficiaría eso a los muertos?

¿Es suficiente para un gobierno escudarse en el principio de la autodeterminación de los pueblos, para justificar masacres con total impunidad? ¿Cuál es la legitimidad de la Junta Militar que gobierna Birmania? ¿Cuántos muertos se necesitan para mover los engranajes mundiales que detengan la represión, sin tomarlo como intervencionismo en los asuntos internos de un país soberano? ¿O será que un Gobierno puede acribillar libremente a todos sus gobernados, siempre que no sea una amenaza para la seguridad mundial? ¿Si Birmania tuviera petróleo ya habríamos intervenido?


Origen del conflicto en Myanmar (Birmania)
Japón estudia reducir la ayuda a Birmania
Consejo de Derechos Humanos deplora represión en Birmania
[Enlace bloqueado por la Tasa española AEDE]


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2 respuestas a Birmania libre, los muertos de la revolución azafrán

  1. Luis Amezaga dijo:

    Si China no mueve pieza, mal asunto.

  2. Pingback: El guardián del faro

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