Violencia sexual en el Congo

mujer del CongoCada día, diez nuevas mujeres llegan al hospital de la Bukavu, en la provincia de Kivu del Sur, al este de Congo, víctimas de sádicas violaciones que dejan dañados, en muchas ocasiones de manera irreversible, sus aparatos reproductivo y digestivo. «La violencia sexual en Congo es la peor del mundo», ha explicado a The New York Times el secretario general para los asuntos humanitarios de Naciones Unidas, John Holmes, quien califica de «terrible» el continúo aumento del número de violaciones, «la absoluta brutalidad y la cultura de la impunidad» (…)

Según los testimonios de las víctimas, ha surgido un nuevo grupo violento, los Rastas, misteriosos fugitivos que viven en el bosque, llevan ropas brillantes y camisetas de Los Angeles Lakers, tristemente famosos por quemar bebés, raptar mujeres y destruir toda aquello que se cruza en su camino. (…)

Me ha costado varios intentos leer [Enlace bloqueado por la Tasa española AEDE], en la sección internacional del diario digital El País.com. Los ojos aguados me lo dificultaban. Tuve que esforzarme para que la mente no me pasara atroces imágenes de lo que leía, como si una película de Tarantino se tratara.

Como una plaga tras otra, por si las propias milicias congoleñas no eran ya suficientes en las prácticas de asesinatos, torturas y violaciones en ese asolado país africano, ahora surgen estos Rastas de crueldad inaudita. Lo malo es que esas atribuladas mujeres deben cuidarse hasta de sus pretendidos salvadores internacionales, irónicamente llamados «pacificadores» como en la peor película:

Pacificadores de la ONU en el Congo abusaron y explotaron sexualmente a mujeres y niñas, algunas de ellas de apenas trece años, según un informe difundido por un organismo de la ONU de control, el Internal Oversight Services.

Birmania, el Congo… Quisiera decir muchas cosas, pero no puedo seguir. No me salen las palabras.


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5 respuestas a Violencia sexual en el Congo

  1. Luis Amezaga dijo:

    Evitemos intervenir, que luego nos llaman fuerzas de ocupación e imperialistas.

  2. Otra noticia de estos días es la del estreno de un teléfono de emergencias para casos de violencia de género: EL PRIMER FIN DE SEMANA SE REGISTRARON 4000 LLAMADAS de tal forma que se ha reforzado en vista de esta barbaridad.
    Lo que hace dudar seriamente de que el Hombre sea creación de Dios.

  3. Marlu dijo:

    El problema es que hay demasiadas personas que viven y conviven con el espanto. El otro problema es que los demás casi nos vamos acostumbrando a que otros seres humanos sufran a nuestro lado y sigamos como si no pasase nada. Quizá ese sea el primer signo de nuestra barbarie.
    Un abrazo

  4. guardafaro dijo:

    En efecto, son muchas las personas que conviven día a día, minuto a minuto, con el espanto total. Unas, ocupan países enteros; otras, tan solo algunas ciudades de algún país, o algunos barrios de cualquier ciudad. La violencia, el hambre y la miseria son ya tan globales como el comercio y la economía de mercado. También lo es la indiferencia. Porque no hay sitio que se salve del horror de la violencia y la muerte. No se si es que nos vamos acostumbrando, o si miramos para el otro lado por eso de que, «si no lo veo quizás no me afecte», si me quedo callado a mi no me tocará.
    Creo que pensamos que estamos muy lejos de Birmania, muy lejos del Congo, muy lejos de todos esos sitios en donde suceden esas cosas, para creer que podemos hacer algo. Pero no dudamos en pagar los objetos de oro, de marfil, los diamantes y piedras preciosas que nos venden barato, sin mirar la sangre que esconden. Igual que compramos esa ropa y esos accesorios que valen 50 o 100 euros menos, aunque sabemos que vienen de países en donde se explota a las personas y a los niños: China, India, Bangladesh, Irak… Tampoco dudamos en hacer turismo económico por esos lugares que llamamos exóticos. Y así, seguimos contribuyendo a pagar la explotación y la esclavitud, mientras miramos hacia otro lado.

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