Querer es poder, dice un viejo aforismo. Y cuando al querer hacer algo se une la posibilidad y factibilidad económica para ello, grandes cosas pueden suceder.
En mi opinión, uno de los símbolos más representativos de lo que habrían de ser los procesos industriales, lo constituyeron los antiguos molinos harineros. A través de ellos, mediante la mecanización lograda con la ayuda del agua (molinos hidráulicos) o del viento, se facilitó enormemente el proceso de convertir los granos en harina, de una forma eficiente y sin desperdicio apreciable.
En mi pueblo nativo, Agüeria, situado en el concejo de Aller, cerca de Moreda, a un lado de la AS-112, vía que comunica el eje Gijón-Oviedo-Mieres con las Fuentes de Invierno y el Puerto San Isidro, existieron dos molino movidos por agua. Uno de ellos, el de Ximielga, ubicado en un yerón, es solo un vestigio, porque fue abandonado hace mucho y está en ruinas. Por el contrario, resultando una fiel muestra del “poder es querer”, a que me he referido al principio, el otro, a pesar de ya no estar en producción, no solo se encuentra totalmente útil y operativo, sino que, como un invaluable gesto de cooperación, está sirviendo como un aula de interpretación de los molinos y la importancia que tuvieron en su momento para nuestra economía agrícola.

Molino perteneciente a Ximielga

Molino perteneciente a Ximielga

Molino que perteneció a Adela Pando
La propietaria de este otro molino sito en el propio corazón del pueblo, junto al puente que atraviesa el Río Negro, por muchas décadas fue la señora Adela Pando, ampliamente conocida en todo el entorno como Adela, la molinera.
Actualmente pertenece a sus hijos: Silvino y Ricardo. Afortunadamente, en mi opinión, ninguno de los dos olvidan sus raíces y, a diferencia de otros muchos, no vendieron todo para irse a la ciudad. Tienen residencia en Oviedo, pero han mantenido intactas todas las posesiones pueblerinas y la casa familiar, transformándola y actualizándola a los tiempos en que estamos y a sus necesidades particulares de accesibilidad.
El menor de los dos hermanos, Ricardo, quien sufrió la amputación de las dos piernas al ser arrollado por un automóvil, en un accidente laboral, se ocupa personalmente de esta aula de interpretación en que han convertido tanto al molino como al hórreo, porque ambos elementos son parte indisoluble de las costumbres de estas tierras asturianas y su pasado agrícola y pecuario, nunca abandonado por la ulterior minería de carbón, que resultó ser tan importante como efímera.
Obligado a ver el mundo desde la perspectiva que ofrece una silla de ruedas, Ricardo decidió que tanto el molino como el hórreo serían totalmente accesibles para cualquier persona. De esta forma, ambos se han convertido en visitas motivadora para estudiantes de todas las edades, de las escuelas y colegios del Concejo de Aller y de otros., en su interés en los métodos de producción pasados.
El molino
En el Molino de Adela (molín, en asturiano,) esos estudiantes tienen una de las pocas oportunidades (no sé si la única) de observar lo que es un auténtico molino movido por agua, y su funcionamiento. Ven los distintos tipos de cereales y variedades de maíz y los usos que se les daban, explicado personalmente por Ricardo, a quien le encanta enseñar y quien, en ocasiones, cuenta con la entusiasta y ya experta colaboración de su hija.
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Con asombro, algunos estudiantes descubren, paso a paso, el proceso completo en el uso de la fuerza del agua en la generación de movimiento, a través de las turbinas que moverán las dos muelas de piedra que triturarán, molerán y convertirán el grano en harina. Más allá de las simples palabras descriptivas que, muchas veces, poco o nada nos aportan, y de los apuntes y diagramas que, como material de apoyo, se les entrega a los visitantes, en este molino pueden observar, directamente, todas las partes, mecanismos y procesos involucrados en la molienda, como las represas, compuertas de control y canalizaciones del agua desde el río hasta el molino, aprovechadas también como lavadero para la ropa.
Siempre resulta impactante contemplar las grandes piedras parcialmente desbastadas (de hasta un metro de diámetro y más de 20 cm de espesor), cortadas en forma circular.
De ellas se tallarán luego las muelas definitivas a un tamaño menor, piezas últimas e indispensables en la transformación del grano en harina.

Cara activa de un muela de molino, ya gastada
Con propósitos didácticos, una de las dos muelas de piedra de este molino permanece sin la cubierta de madera, para que se pueda ver su considerable tamaño final y grosor, así como los ingeniosos mecanismos de grúa y poleas, desarrollados para poder ser quitadas y emplazadas por una sola persona. También, para que se pueda apreciar el diseño de las ranuras talladas en la superficie interior de la muela, necesarias para permitir entrar los granos y dejar salir la harina.
Hachas, guadañas, martillos de cabruñar; berbiquíes, sierras, cadenas y ganchos; romanas, pesas y balanzas se encuentran por las paredes y rincones, tal como antaño. Todo contribuye a darnos una idea de lo que representaba tener un molino, en el que, muy a menudo, cuando el volumen del trabajo era mucho y las entregas apremiantes, se hacía hasta necesario dormir allí mismo, trabajando día y noche sin parar, casi sin descanso. Sí en los siglos pasados se decía que uno de los ricos del pueblo siempre era el molinero, es obvio que no lo sería a costa de holgazanear
El hórreo
El hórreo fue reparado por un artesano especializado, hace unos pocos años, lo cual se hace notorio en la coloración mucho más clara de de algunas vigas y entablado del piso y techo. Pero se han manteniendo las formas, usando las mismas maderas y materiales tradicionales (principalmente castaño), y utilizando los métodos y técnicas constructivas de antaño, en las que se evitaba totalmente el uso de clavos y pernos metálicos, prefiriendo los encastres precisos y cuñas para las uniones.
Pero se le ha dotado de accesibilidad, al construirle una larga rampa de acceso por la que pueden subir fácilmente las personas en sillas de rueda, tanto manuales como eléctricas.
Una vez adentro, lo primero que se puede apreciar es que la altura interior que solía dársele a los hórreos pecaba más bien de escasa.
En este hórreo, por razones obvias no encontraremos los sacos de granos, cereales y harinas, ni carnes u otros alimentos para los que estas construcciones fueron previstas y utilizadas, puesto que se desarrollaron para ser una despensa de almacenaje a prueba total de roedores.
Por el contrario, en la actualidad, dentro de su función utilitario-educativa, muestra algunos de los usos posteriores para los que también fueron utilizados los hórreos, una vez perdido su propósito original. En este caso el hórreo funge de taller, tiene un banco de carpintero y todas las herramientas necesarias para trabajar la madera en labores de carpintería y ebanistería. También tiene un catre para dormir.
Antaño, cuando la necesidad de espacio útil para guardar el ganado cerca se hizo acuciante para los ganaderos, la parte baja de los hórreos fue cerrada, por lo general con paredes de piedra, y convertida en cuadras. Entonces, estos hórreos mixtos, perdido su carácter inexpugnable ante los roedores, se usaron principalmente como pajar.
Este hórreo en particular, tan conservado en sus formas puras, ofrece una magnífica oportunidad de observar el entramado de la estructura de las vigas del techo y los sistemas y técnicas constructivas de su época.
El Molín de Adela tiene actualmente su propio sitio web, a través del cual se pueden realizar los contactos para concertar visitas.
ACTUALIZACION: 07/12 se añadieron la segunda y tercer imágenes, del molino perteneciente al señor Ximielga.
Ay que bello Ricardo!!! De verdad me conformaría con una cuarta parte del ánimo, entusiasmo e inquietud de Ricardo. Es un fenómeno!!
Hola, soy la cuñadina (palabra suya) de ese fenómeno. Pienso como Keyla, y además quiero agradecer a Alfredo el artículo tan bien escrito y tan atento que le dedica. Las fotos además son bien guapas.
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