El enemigo interno

ojosHa sido otra noche de ese dormir interrumpido y sobresaltado que te caracteriza. De nuevo esos inquietantes sueños recurrentes. Otra vez las luchas con ese desconocido enemigo que domina tus noches, sin vencedor. Ese mismo que se presenta bajo tan distintas facetas, pero al que tu estás convencido de conocer de algo. ¡Cuánto darías por saber quién es en la vida real! Así podrías terminar de entender lo que esos sueños te quieren decir; enfrentarlo cara a cara, de una vez por todas; solucionar tu vida y darle la merecida tranquilidad a tus noches.

Pero la identidad del enemigo que así se oculta es esquiva. Es como un baile de disfraces. ¿Quién será entre todos ellos? Crees reconocer su mentón y su boca tras algún antifaz, pero otros muchos rostros semiocultos podrían serlo. Quizás aquellos ojos que te miran de frente, con descaro, casi retándote. Y tu vida no es completa. Te alteras en formas indebidas, tu carácter se descompone día a día y, por lo general, tu comportamiento seco, taciturno, alejado y desconfiado con todos, oculta tu verdadera personalidad dulce y bondadosa, dispuesta a tenderle la mano a cualquiera que necesite de ti. Eres el típico individuo que no duerme bien.

Te enjuagas la cara, inclinado sobre el lavamanos, sintiendo que su frialdad aleja un poco tus amarguras. Tienes que enfrentar otro nuevo día, después una mala noche por causa de tus sueños. Agitas la cabeza de lado a lado, como si, junto con las gotas de agua que salpican todo, se pudieran ir también las preocupaciones; igual que las sombras desaparecen, vencidas por los primeros rayos del sol que se levanta en el horizonte.

Con ese agitar brusco de la cabeza, por unos instantes logras no pensar en nada. Levantas la cara, abres lentamente los ojos y sucede.

Reflejo de un rostro en el espejoUna especie de fogonazo estalla dentro de tu cabeza, luz de claridad y entendimiento. De un solo golpe comprendes todo y quedas con la boca abierta, totalmente anonadado por el alcance de aquella comprensión intuitiva. En el espejo, a unos pocos centímetros de tu nariz, está la huidiza y siempre esquiva faz de tu enemigo, brumosa por el agua que aún hay en tus ojos. Poco a poco se aclara; por fin tienes ante ti el rostro de tu eterno enemigo interno.

PSICASTENIA I

Vida, quietud, exuberancia,
fuego en el aire,
éxtasis en la agonía.

Trémulo parpadeo de otro día que acaba,
final de un tiempo más en la historia,
sutil pincelada púrpura en el horizonte,
venas rotas surcando el cielo,
arando invisible el viejo tiempo.

Todo muda en el cambio,
todo cambia en las sombras,
oscuridad en el éter,
silencio en mi persona.

Cuando el sol oculta su faz tras las colinas,
cuando ahoga su fuego en el mar,
cuando quema sus penas
donde las águilas sueñan;
cuando los vientos se prenden del todo,
cuando las flores prodigan su olor,
cesa el fragor de las gentes
y despierta en mí la vida,
en un parto sin dolor.

Todo sueña en el ambiente,
nadie piensa,
nadie atiende,
todo es paz,
quietud,
amor;
todo cesa,
todo acaba,
todo es silencio,
ilusión.

Vano es ello para mi,
corre el ansia por mi ser
como río que desborda,
como corcel que desboca
y no encuentra prisión,
como volcán que estalla
en espantoso esplendor.

Todo sueña,
no hay hastío,
solo estoy yo, que grito;
pero es en vano,
no hay oídos.

Doy voces en el vacío
y me contesta la ausencia;
busco un fiero enemigo,
alguien que calme mi ansia,
algo que llene mi esencia.

Lucho, batallo, y vencido,
a la luz de las tinieblas
clavo mi espada en la piedra,
pues mi eterno enemigo
soy yo mismo.

Vida, inquietud, exuberancia,
fuego en el aire,
agonía en el éxtasis.

Mientras no clavemos la espada en la piedra, para no sacarla nunca más, y dejemos así de pelear contra uno mismo, en una inútil y eterna lucha en la que no podemos ganar, no lograremos desarrollar la mente y el espíritu al máximo. Solamente cuando nos damos cuenta que, encarar a ese formidable oponente oculto, ofreciéndole el pecho desnudo y diciéndole: «mátame tú, si tal es tu deseo, porque yo no pienso levantar más mi mano contra ti» encontraremos la liberación de esa agotadora y desgastante lucha interna.

Seguramente, la noche en que, inmerso en tu sueño, ofrezcas tu vida de esa manera, quizás te sorprenderá ver que tu eterno enemigo interior, captando la sinceridad en ti, baja su espada, sonríe como nunca has visto hacerlo a nadie, se acerca y te ayuda a incorporar, diciendo:

Bien has dicho. Al fin has comprendido. Levántate a mi altura, porque has ganado la batalla y el derecho a mirarme a los ojos. Tu y yo somos uno en esencia.

Y veras como, en lugar del demonio con el que creías pelear, el ser aquel se convierte en luz y se esfuma ante tus ojos. Es difícil comprender que solamente muriendo se puede comenzar a vivir, y que no siempre ganar es la meta. Pero, no hacerlo, es seguir en la inútil lucha contra el enemigo interno.

Nota: Poema del autor, Abril -1969

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2 respuestas a El enemigo interno

  1. Goathemala dijo:

    También me desvelo en ocasiones. Me entretengo leyendo, escribiendo o viendo una película clásica en DVD. Pequeñas tretas para permanecer en la brecha como decía la canción. Me gusta mucho la poesía y me sorprende su antigüedad.

    Saludos.

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