El titiritero de la Calle Mayor

el títere azulEstaba visitando a mis hijas en Madrid. Era una tarde de principios de primavera y caminábamos los tres en dirección a la céntrica Puerta del Sol. Íbamos por la Calle Mayor, si mal no recuerdo, cuando nos encontramos con el típico corrillo de gente. Un titiritero estaba a punto de comenzar su espectáculo. Poca cosa era lo que allí tenía para mostrar su arte y hacerse merecedor de unas monedas. En el suelo había un muñeco articulado de unos veinticinco centímetros de altura. Era de color azul y confección casera, hecho básicamente con alambre y papel maché. El resto del escenario consistía en un micrófono, del mismo corte que el títere y a su misma escala, un par de vacíos y coloridos potes de conservas, que harían de tambores, timbales o lo que se ofreciera, y un piano de cola. Realmente, no parecía que se pudiera hacer mucho con aquello, menos aún llamar la atención de unos transeúntes que estaban ya a la vuelta de todo. Pero esa impresión inicial era equivocada. Me di cuenta de ello en cuanto el titiritero puso la música y el show comenzó.Era una pieza de Barry White, no puedo precisar ahora el título. Accionado por los hilos, el muñeco azul comenzó a moverse al son de la música, mirando a un lado y a otro, hacia su público. Se meneaba, bailaba, gesticulaba con los brazos y tocaba los timbales o el piano cuando era necesario, y en menos de un minuto todos estábamos viendo al mismísimo Mr. White en escena.

Tanto a mis hijas como a mí nos resultó sorprendente. Y por la cara de los espectadores, puedo asegurar que ellos tampoco se esperaban aquello. Se trataba de un títere simplón, hasta puede decirse que era grotesco en su construcción, por lo burdo y poco elaborado de su confección. Pero la expresión de su rostro tenía esa chispa de gracia que es tan necesaria. Cualquier canción tampoco hubiera servido para lograr aquel mágico efecto. Fue evidente para mí que hubo una cuidadosa selección por parte del joven titiritero, quien manipulaba su obra con habilidad y destreza, siguiendo las inflexiones de la pieza musical.

En aquel pedazo de calle, ese día encontré un buen símil existencial. Porque así es todo en la vida. Quizás los componentes, individualmente considerados, puedan parecer poco agraciados y hasta fuera de lugar. Pero lo importante es el efecto del conjunto, el saber armonizar, la puesta en escena. Y en esto si que las cosas no pueden dejarse a la casualidad. Por el contrario, se requiere de una cuidadosa planificación de los detalles para obtener unos buenos resultados.

A pesar de las pocas personas que, por el momento, habíamos, al joven titiritero, en un momento le llovieron más monedas que las recaudadas por grupos de tres o cuatro músicos en mucho más tiempo. Nosotros no nos quedamos para ver más de su repertorio, ni el uso que le daba a otro títere que tenía. Sin embargo, aquella tarde de primavera, en una céntrica calle de Madrid, aunque no pueda recordar si era la Calle Mayor o la del Arenal, puedo asegurar haber visto una actuación del mismísimo Barry White, que aún recuerdo con agrado.

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2 respuestas a El titiritero de la Calle Mayor

  1. maria lujan dijo:

    Esta mañana he estado paseando por tu bitacora, y el paseo se ha convertido en un paseo agradable de una mañana de domingo. Quizá, como pasear por las calles de Madrid y encontrar a un titiritero cuidadoso con su puesta en escena.
    El paseo por las calles continua, pero ya se camina con el sabor agradable de un recuerdo, el recuerdo de un pianista especial.
    Te felicito por tu bitacora, pasear por ella deja un recuerdo agradable en una mañana de domingo.
    Suete y que los dioses te sean propicios.

  2. eContento dijo:

    Muy bonito.
    Te mando una foto. Se trata de una placa de la Calle Mayor de Madrid.

    Espero que te guste, y te traiga recuerdos
    Un saludo

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