Inseguridad vecinal

porton de edificioDebido a motivos exclusivamente económicos, en muchos edificios residenciales va desapareciendo la figura de los clásicos porteros, que durante décadas conformaron toda una institución. Aunque debería decir mejor la «portera», porque era esta la que solía fungir como tal, haciéndose también cargo de la limpieza mientras su marido atendía otro trabajo.

Ella recibía la correspondencia, y si ibas de visita te informaba si fulanito y su esposa estaban en casa o no, ahorrándote la molestia de subir hasta un quinto piso sin ascensor. Esa dicharachera «maruja» estaba al tanto de todo lo que sucedía en el edificio, y sabía más que nadie de la vida de cada quien. No había nada que se escapara al ojo agudo de la portera, su oído de tísico y su perspicacia exacerbada.  Con ella podías saber si la sardinera había pasado ya con su canasta llena de «sardines vives»,  a como iba el precio de la carne en el mercado, o quien cumplía años ese día.

carteroPero la reducción de costes, a través de los años ha impulsado a muchas comunidades de vecinos a  eliminar lo porteros, situación que, consecuentemente, conlleva un aumento de la inseguridad vecinal. En el piso en donde vivo, en Madrid, al menos cuatro veces al día suena el timbre de los telefonillos intercomunicadores. Cuando atiendes, lo normal es que digan: «Cartero, ¿me abre?» Yo me pregunto cuántos carteros hay. Porque otros dicen: «Cartero del banco», y otros: «Cartero comercial». ¿Qué rayos es un cartero comercial?

Estos edificios madrileños suelen tener unos portones principales de pesada herrería,  para los que bien vendría disponer de un levantador de pesas que los abriera. ¿Pero para qué, si a cualquiera que diga «cartero» se le abre la puerta, so pena de arriesgarte a no recibir esa correspondencia que estás esperando con la renovación del carnet de conducir, la solvencia de Hacienda o la aceptación en la Universidad. Ya he sabido de edificios en donde han entrado a robar mediante esa argucia. Pues o volvemos a colocar a la portera en su reino, o sacamos los buzones del correo a la fachada.

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