La fuente del deseo cumplido.

Fuente de La Alameda, Valencia, España.

Creo que en estas épocas en que el mundo enfrenta la pandemia del Covid-19, durante el confinamiento es mucho lo que se está rezando.

¿Rezas para pedir o rezas para agradecer por lo que se te ha dado?
Incluso por lo que aún no.

La fuente del deseo cumplido.

[…]
El sonido de la celestial flauta de Pan se fue apagando hasta desvanecerse por completo.

Desapareció también la intensa iluminación que la rodeaba a ella, y adquirió su brillo habitual para aquella hora. La plazoleta reapareció junto con los edificios que la rodeaban. Los primeros rayos del sol fulguraron por encima de los techos que daban hacia el este. El cielo tomaba algunas tonalidades rojizas y doradas. La ciudad iba despertando de su letargo nocturno, desperezándose junto con el nuevo día.

Una mujer y un hombre aparecieron a paso rápido por una bocacalle, y la saludaron con tono respetuoso:
—Muy buenos días tenga usted, hermana.
—Que Dios os lo depare pleno de salud y bienestar.
La pareja siguió su camino, hasta desaparecer por la misma callejuela por donde ella había llegado antes.

Sabina se acercó a la fuente y le dio una mirada detallada. A modo de pedestal la rodeaba un alto cerco o brocal de piedra, que retenía el agua para que sirviera de abrevadero a los animales. Colocadas bajo la caída de los chorros, unas rejillas permitían colocar baldes y otros recipientes con la finalidad de recoger agua. Muchas personas de los alrededores la consumían habitualmente, debido a su pureza y calidad mineral de manantial profundo.

El cuerpo de la fuente simulaba una copa o cáliz con tapa, con cierto parecido al muy conocido as de copas de la baraja española. Los herrajes de bronce tenían el parduzco color verdoso ocasionado por la intemperie y el paso de los años. En lugar de los simples caños de la mayoría de las fuentes o las cabezas de leones en otras, los cuatro chorros de agua salían por las bocas de otras tantas caras infantiles, a cuyos lados surgían unas pequeñas alas representando angelitos. De aquella forma, las aguas manaban a través de las propias criaturas angélicas.

Una alegre carcajada salió de la boca de Sabina. Ahora todo encajaba de manera perfecta dentro de un esquema superior, y cobraba pleno sentido. Todas las piezas del rompecabezas se encontraban ya en su sitio.
Se le hizo evidente que cada detalle de lo acontecido, en el lento gotear de esos años, fue meticulosamente planificado y cuidado. Incluso el nombre de Fuente del Deseo Cumplido era emblemático. Porque todos los pozos o fuentes de aguas que ella conocía, de los que se decía que eran milagreras en el cumplimiento de deseos, se encontraban en función de otorgar lo que se solicitaba. Eso no era otra cosa que una petición o simple expectativa, traducida en esperanza o quizás en fe, según cada cual; pero que, en todo caso, era tan solo propósito.

Al contrario, la singular fuente se encontraba enfocada a la acción de dar las gracias por los favores obtenidos, lo que no necesariamente implicaba haberlos pedido. ¡Y había tanto en la vida por lo cual darle gracias a Dios! De aquella forma, la peculiar fuente marcaba un ritual en el camino iniciático, que llevaba al hombre a un estado de conciencia de un nivel superior al que tuviera anteriormente.

Lo que Sabina no había hecho desde hacía muchísimos años, como era el acto tan simple de beber en una fuente pública, ahora lo hizo con un placer redoblado. Ella apoyó su mano izquierda sobre el bronce, allí mismo donde su ángel lo había hecho poco antes. Afianzó la derecha sobre la piedra del brocal y bebió unos largos sorbos de aquel agua que, de manera tan simbólica, los ángeles extraían de las mismísimas entrañas de la tierra. Estaba fría y le encontró un toque dulce, que dejaba un regustillo tal que apetecía seguir bebiendo.

Después de ese acto, tan trivial a los ojos profanos, Sabina se sentó en el brocal.
Aún llena con toda la emoción que la presencia de su ángel le infundió, y estando segura ahora también de que pronto la vería a ella, se sintió satisfecha en todos los sentidos. Se sentía a rebosar y gritó:

—¡Gracias, Dios mío! ¡Podría morir de amor ahora mismo!

En su mente surgió el rostro de su ángel lleno con una inmensa y deslumbrante sonrisa, y ella comenzó a escuchar una melodía. Pero esta vez no se inició con la flauta de Pan, sino con la dulce textura de otro instrumento de viento.
»¡Mi adorado duduk!
Se le fueron sumando instrumentos que sonaban iguales, pero distintos a todos los instrumentos que había en la tierra. ¡Eran cientos de instrumentos! ¡No, eran miles!
Sabina reconoció la melodía. Se trataba de la pieza musical titulada «D’amore si muore», compuesta por el italiano Ennio Morricone, su compositor actual favorito.

»¡Sí, se puede morir de amor! Yo podría, Dios mío, yo podría morir de amor por ti y por toda la humanidad. ¡Y también podría morir tan solo por ellos dos, mis amados hijos de todas mis vidas! A quienes llevo tanto tiempo esperando, tantísimo, y que ya están aquí.

De alguna forma, no supo cómo, se vio flotando en el aire bailando aquella suave pieza musical con su ángel mozo.
La música terminó y, por la intensa emoción que la llenaba, un par de lágrimas de intensa felicidad surgieron de sus ojos y se deslizaron delicadamente por sus mejillas.

Sabina se levantó del brocal de la fuente y retomó el camino hacia el convento sin volver la vista atrás. Todas sus preguntas habían sido respondidas y se sentía más fortalecida que nunca. Iba llena de íntima paz y felicidad, total y plenamente realizada como ser humano, dando gracias al Creador.
[…]

De mi novela «La comunión de los ángeles»
Tercera parte de la Tetralogía «Almas gemelas».
Del Capítulo 20 «El rezo y la oración».

El As de Copas y su significado cabalístico.

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