Labios como cerezas maduras

Labios rojos con cerezasLa primavera está llamando a la puerta. Los cerezos ya florecieron en todo su esplendor, engalanando los montes por mis tierras asturianas y también los fértiles valles del Jerte, y los almendros no se han querido quedar atrás.

Para los poetas ha sido frecuente comparar los labios rojos de una mujer con las cerezas maduras. Apropiado por demás. ¿Pero de qué labios hablamos, de los pintados con carmín o naturales? En toda mi vida me he encontrado tres veces, nada más, con unos labios rojos naturales y tan intensos que llamaban la atención de inmediato. Me faltan palabras para poder describirlos en toda su justa medida. Mas si tuviera que buscar una nada más sería: seductores.

En la novela Amina y Záhir, dos almas gemelas, en el penúltimo capítulo del Tomo I La búsqueda, sentados ellos dos al pie de un olivo contemplando el río Éufrates, Amina le da un dátil y le pregunta:

—Fuera de la miel, ¿tú conoces algo exquisitamente más dulce que un buen dátil en su punto?
—Pues… a decir verdad sí, ahora que tú lo preguntas. Conozco unos frutos exóticos y muy escasos —dijo Záhir.
—¿De verdad? ¿Cómo son? Anda, dime.
—Son de un color rojo tan particular y llamativo que atraen de inmediato las miradas como una subyugante tentación, invitando a que los prueben. Su color y forma son únicos y producen efectos casi hipnóticos, porque una vez que los has visto se te fijan en la mente. Lo hacen de tal manera que resulta absolutamente imposible escapar de ellos; yo no pude lograrlo.
»Cuando te sobrepones al éxtasis de su contemplación, y te atreves a probarlos por primera vez, te das cuenta de que son exquisitamente más deliciosos que el mejor de los dátiles. También más dulces que un higo o la propia miel, sin llegar a empalagar. Más carnosos, jugosos y tiernos que la mejor de las ciruelas maduras.
»Su tersura y calidez… no tienen comparación posible con nada conocido. Semejan pétalos de rosa en su suavidad. Esos tiernos frutos incitan a sujetarlos delicadamente entre los dientes y darles vueltas, sentirlos con la punta de la lengua y saborearlos con toda lentitud, hasta perder los sentidos. Son tantas y tan variadas las sensaciones que despiertan, que llega un momento, incluso, que es cuando provoca morderlos con ganas, para no soltarlos nunca.
»Tienen un… regustillo de fondo y producen un placer tan embriagador en los sentidos, que siempre dejan unas insaciables ganas de más. Una vez que se han probado pueden ser algo peligrosos. Al menos a mí me resultan deliciosamente adictivos; siempre quiero más.
—¡Vaya! Yo nunca había escuchado de nada igual. ¿Qué frutos tan maravillosos y mágicos son esos, amor mío? —preguntó ella.
—Tus labios, cielo mío; tus hermosos labios rojos.

 

Imagen vía: bellezapura.com.

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2 respuestas a Labios como cerezas maduras

  1. Ana Belio dijo:

    Preciosa narración. Una metáfora extensa con erotismo muy cuidado, que te lleva directamente a imaginar. Precioso con imágenes escondidas.

    Muchas gracias por visitarme, es muy gratificante que un escritor consagrado se fije en una escritora aficionada como yo.

    Ana Belío.

    • guardafaro dijo:

      Pues somos escritores, que es lo que cuenta. Lo que leí en tu blog me gustó y no pensé que estaba leyendo a un escritor aficionado. ¿Un gorrión que canta en una rama es aficionado o profesional?

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