Playas con accesibilidad parcial

grupo de discapacitados en la playa con sus sillas
Es un día miércoles cualquiera durante el verano en la ciudad de Gijón, que no es la misma que la ciudad invernal. En la playa de San Lorenzo la multitud ávida de agua, arena y sol, se acumula particularmente hacia el extremo oriente, cerca de la zona del río Piles, donde se concentran todas las variopintas casetas de lona rayada para el cambio de los bañistas. La playa se ve poco concurrida debido a la gran extensión de arena que deja la marea baja; durante la pleamar será otra cosa, y los bañistas se disputarán por un pedazo de arena donde tenderse.

Cámara fotográfica en mano me voy caminando por el paseo marítimo de la que apropiadamente puedo llamar «mi ciudad», hacia los lados del Club Náutico en el lado Oeste. Cruzo por las encantadoras callejas del Cimadevilla de siempre, hasta salir a la zona de las marinas deportivas y la antigua Rula o Lonja del pescado, ahora dedicada a otros fines. Como de costumbre, tomo unas cuantas fotografía a los botes; siempre son distintas.

Siguiendo el paseo marítimo me acerco hacia el club Náutico y bordeo la playa de poniente. Enseguida descubro algo que me llama la atención: una docena de sillas de ruedas bajo parasoles en medio de la arena. Me acerco y percibo que en su mayoría son discapacitados psíquicos. Están asitidos por personal de ASPACE y de la Cruz Roja. Me dicen que durante el verano, siempre que el tiempo lo permita, cada miércoles acuden allí.


Vista de acceso 3 a la Playa de Poniente, Gijon

Observo el entorno. Desde el nivel de la calle una larga acera de madera sobrepuesta sobre la arena permite el acceso hasta la mitad de la zona plana de la playa. Unos metros después llega un declive que lleva hasta el agua durante la marea baja. En la marea alta el mar quedará al ras.

Precisamente al final de esa acera, unos metros hacia  el costado derecho han acomodado las sillas de ruedas. Conozco muy bien el enorme esfuerzo que significa empujar o tirar de una silla de ruedas manual sobre la arena blanda; pero para las pesadas sillas de ruedas elécticas es casi imposible, y muchas de las que allí estaban eran eléctricas.

persona discapacitada llevada una silla de ruedas especial para playa

La dedicación y el esfuerzo del personal de estas dos instituciones hacen posible que, en una playa que no puede considerarse precisamente “accesible”, aunque pudo haberlo sido (y aún se puede) dado que se trata de una playa creada artificialmente, un numeroso grupo de personas con diversidad funcional, un día distinto a los otros tengan la oportunidad de disfrutar del aire, del sol y del agua. 

Gracias a los equipos suministrados por la cruz roja (en este caso un par de sillas de ruedas anfibias, con gruesas ruedas de balón que permiten desplazarse sobre la arena y flotra en el agua), de dos en dos, estas personas son llevadas hasta el agua para que, durante un rato, disfruten la experiencia del baño en el mar.
personas discapacitadas, metidas en el mar una silla de ruedas especial para playa

Mis más sinceras felicitaciones para esas abnegadas personas de ASPACE y la Cruz Roja Española en Gijón. Y seguro que en otros sitios también se esfuerzan por llenar de alegría la vida de estas especiales personas quienes, además de todo, deben luchar contra las barreras arquitectónicas, ya no solo las naturales sino también las creadas por el propio hombre en sus diseños urbanísticos y arquitectónicos inadecuados para ellas.

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