Por un plato de arroz caldoso

plato de arroz al trote o arroz caldoso, al estilo asturianoQue llegues a los sesenta y un años y ni tu madre te conozca aún bien, no estoy seguro de si es para celebrarlo o para llorar. Claro, peor sería llegar a esa edad y no haberse llegado a conocer uno  mismo.  Al fin y al cabo, los demás nunca llegarán a conocerte como realmente eres.

Cada vez que voy a visitar a mis padres en Asturias ha sido la misma pregunta de mi madre, casi cada día: ¿qué te apetece para comer? Por lo habitual hay la misma respuesta de mi parte: arroz al trote. Invariablemente ella prepara otra cosa.

Hace unas  semanas atrás, durante mi última visita volvió a repetirse la misma pregunta, esta vez para la cena, obteniendo la misma respuesta de mi parte. Como mi padre secundó la moción, esta vez mi mamá preparó un arroz al trote para cuatro, que al final termina siendo para cinco o seis. Ella me sirvió un platado hasta arriba: «como para un hombre» según su expresión usual, puesto que, además, ella lleva tiempo insistiendo para que yo engorde algo.

Estaba tan rico el arroz que no voy a decir que me chupé los dedos, puesto que no hubo nada con que manchárselos. Pero me serví un segundo platado igual, ante la sorpresa de mi madre que preguntó: ¿Pero de verdad que querías arroz?

La pregunta me agarró de sorpresa. La miré y dije: ¿Y por qué crees que te lo he peido tantas veces? A lo que ella respondió: ¡Es que es tan simple que no pensé que era cierto!

¡Vaya por Dios! Digo yo. Si le hubiera pedido unos entrecots de corzo al queso Cabrales con trufas, quizás entonces me los hubiera preparado la primera vez. Le cuesta creer que yo pueda querer comer cosas tan sencillas… y de pobres.  Porque ese plato era algo habitual en su niñez, que ella llama la «época del hambre» allá durante la guerra civil de  1936 al 39 y luego la depresión de la postguerra en los 40.  Sin embargo, si le pido unas simples patatas fritas con pisto sí que me las prepara, pues sabe que me encantan. Bueno, esta vez por fin entendió que también me encanta el arroz al trote. Y eso que no sé cuantas veces le habré dicho en mi vida que yo comería arroz todos los días, en alguna forma. Así como otros comen pasta todos los días, o garbanzos u otras cosas.

Pero esta vez me curé en saluz y aprendí yo a preparar el bendito arroz al trote, que nunca le había agarrado el punto a la cantidad de agua.  Ya lo he preparado tres ó cuatro veces en las dos últimas semanas.  Por cierto, en Asturias se le llama arroz al trote o arroz al galope porque se mantiene todo el tiempo en ebullición, a fuego alto. Es un plato de cuchara y también se le conoce como arroz caldoso o arroz colorado, debido al tono que le da el pimentón español (y el chorizo, cuando lo lleva). Quizás otros prefieran llamarlo arroz asopado, aunque la cantidad de líquido con que queda al final será cosa del gusto de cada quien. Además, también es un plato para cuando tienes prisa y vas «al trote», sin tiempo para cocinar, porque lo pones todo en la olla, te olvidas de ella por veintidos a veinticinco minutos y listo.

Los ingredientes son muy simples: agua, aceite, unos buenos dientes de ajo, sal al gusto, pimentón en polvo, dulce o picante según el gusto y, por supuesto, arroz.  Hay variantes de quienes le agregan cebolla, perejil, una patata  y otras cosas más.

Supongo que no habrá discusión en cuanto a que el verdadero plato del pobre por estos lares son las humildes sopas de ajo. Al fin y al cabo solo llevan agua, todo el ajo que gustes, pimentón en polvo y pan duro cortado en finas lonjas o «sopas». Pero esta receta de arroz básica también es del pobre. Porque el arroz al trote «enriquecido» (dichosos quienes lo tuvieran durante aquella época del hambre que vivieron mis padres) lleva un buen trozo de chorizo asturiano.

Quiero enfatizar esto de chorizo asturiano y no «del tipo asturiano», porque sería como hablar de un reloj suizo fabricado en Suiza y otro reloj «suizo» fabricado en China o Taiwan. No son lo mismo. Si quieres poner un chorizo en tu vida (como ya he escrito en otra ocasión), sea chorizo o longaniza tiene que ser «ese». Lo conocerás porque, aparte del picantillo acentuado, dejará el caldo (o el arroz) rojo a más no poder y con un sabor inigualable. Aunque te advierto que no todos los chorizos que hacen en Asturias son «ese» tipo de chorizo. Si quieres asegurarte, mejor pide que sea chorizo hecho en el Concejo de Aller, porque no estoy seguro de en cuales otros lo harán igual.

Hay diversas formas de preparar ese arroz al trote. Mi madre se va por la vía rápida y no hace el sofrito previo del ajo y el pimentón, sino que los coloca enteros en el agua. Menos trabajo aún. Les dejo un enlace para la receta.
Arroz Al Trote (No le hagan caso a la desafortunada imagen que presenta de ese montón de arroz apelmazado, porque no tiene nada que ver con la realidad)

Esta entrada ha sido publicada en Cosas diarias y etiquetada como , , . Guarda el enlace permanente.