Semana Santa bajo la Ley Seca

Botella de ron, con velas Y se fue la Semana Santa. Pero ya antes de empezar se habían ido también la alegría de muchísimos ciudadanos, y las aspiraciones económicas de otros tantos comerciantes. El genio de turno en el gobierno había decidido decretar la ley seca en Venezuela. Prohibido el licor durante la Semana Mayor, para evitar los accidentes de tránsito.

Yo estoy esperando que, a ese genio, se le ocurra pensar con algo más de profundidad. Quizás reconozca que las armas de fuego no son malas en si mismas; todo depende del que tenga el dedo en el gatillo. Y quizás se de cuenta, también, que el licor tampoco es malo, pues en cantidades moderadas es beneficioso y hasta terapéutico. Porque el problema son las personas que lo ingieren más allá de sus límites de tolerancia. Cualquiera puede razonar de esa forma, digo yo. Pero tiemblo al pensar lo que podría suceder si, ese genio gubernamental, llegase a la conclusión que, el factor común en esa ecuación siempre son las personas. Entonces, el problema de los accidentes de tránsito está clarísimo; los responsables son los conductores.

No obstante, me tranquiliza un poco saber que, siendo este un gobierno revolucionario, del pueblo y para el pueblo, ―supuestamente― inventando el que llaman socialismo del siglo XXI, no llegarán a prohibir la existencia de las personas. Seguramente adoptarán otra medida de corte más salomónico. Como lo que se quieren evitar son los accidentes de autos, y quienes los causan son los vehículos, pues nada; para la próxima temporada de las vacaciones de verano, prohibamos la circulación de automóviles particulares.

Para los desplazamientos extraurbanos, que la gente use los autobuses y aviones. Y dentro de las ciudades, los que no quieran utilizar el transporte público que usen bicicletas. Como bajo esas perspectivas, son muchas miles las bicicletas que se necesitarán, el gobierno podrá decretar que son un bien de primer orden, casi de necesidad estratégica. Entonces les impondrá una estricta regulación, a un precio tan bajo que ningún comerciante privado podría comercializarlas sin pérdidas. De esa forma, el gobierno, a través de la Misión Juan Bimba, creada con ese fin, sería el único importador de super económicas bicicletas chinas, ―por supuesto que a través de alguna empresa intermediaria cubana― y las vendería en toda Venezuela por medio de la red de mercados populares de Mercal.

Listo, asunto resuelto; se habrán acabado los accidentes de tránsito en los que intervengan autos particulares. De esa forma también se resuelve, por añadidura, los problemas del congestionamiento de tráfico y, además, los vehículos oficiales podrán desplazarse más rápido. Adicionalmente, las personas harán más ejercicio, y todos serán mucho más felices en este paraíso revolucionario caribeño, urbi et orbi.

Por supuesto que, ese decreto de ley seca, a mi forma de ver las cosas, sólo puso en evidencia, aún más, la incapacidad gubernamental para hacer aplicar la Ley de Tránsito Terrestre. Y eso no es nuevo. Porque aquí, en Venezuela, esa ley y su reglamento no tienen el menor vigor para gente como los motorizados, autobuseros o camioneros.

Sin embargo no era necesario armarse con un decreto de ley seca. Era y es preciso que las autoridades se armen, sí, pero con dos útiles artefactos: alcoholímetros y radares de carreteras, colocándolos por todas partes, principalmente en las vías de regreso de las playas, ―que son una o dos en cada ciudad costera― y en sus principales arterias viales; sobre todo en horas de la noche y madrugada, cuando la gente sale de los centros nocturnos, a full chola. Al conductor que de positivo en la prueba de alcoholemia, se le suspende el carnet, por 48 horas la primera vez. Y si dentro del vehículo no hay nadie sobrio y con licencia para conducir, se detiene el vehículo y se remolca a los estacionamientos de Tránsito. Por sí sólo, esto último sería suficiente castigo añadido, al saber que, cuando vayan a retirar el vehículo, además de pagar, lo más probable es que esté medio desvalijado.

Al igual que ha resultado en muchos otros países, esa sería la forma correcta de ir creando la conciencia colectiva de que la gente puede salir a divertirse, y pueden tomar licor, y podrán emborracharse si quieren; mas en el grupo, ese día, quien vaya a manejar deberá mantenerse sobrio.

Para muchísimos viviales y oportunistas, allá en cualquier casita barrio adentro, con velitas prendidas al dios Baco y dando gracias a una botella de ron por los dones recibidos, la Ley Seca semanasantera fue toda una bendición del Estado, pues vendieron todo el licor que quisieron, como siempre sucede en estos casos. A mí, en lo particular, la medida no me afectó en lo absoluto, pero me desagrada que no me dejen elegir. Y ya eso nos están quitando poco a poco en Venezuela, la capacidad de elección. ¿O no se habían dado cuenta?

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5 respuestas a Semana Santa bajo la Ley Seca

  1. Curiosa dijo:

    Pena y tristeza. Esta gente lo que hace es tratarlo a uno como conejillos de indias hasta que peguen una.

  2. Luis Amezaga dijo:

    Escuché ayer que Chávez cuenta con una lista negra de 4 millones de venezolanos y que pretende no renovar la licencia a la más antigua televisión y radio venezolanas (cuyo nombre ahora no recuerdo). Me parece que este hombre está preocupado por el pensamiento libre y distinto, y ya se sabe que cuando uno se toma una copa se anima a decir la verdad. Peligro 🙂

  3. Yo creo que leyes hay de sobra. Me refiero a que si no hay forma de aplicarlas, están de mas. Y concretamente las leyes secas han sido mas contraproducentes que otra cosa.
    Y tampoco lo contrario; o sea que estar borracho sea atenuante para conductores, maltratadores abusadores etc…

  4. Un día cualquiera deicden que leer es malo.. o reunirse.. o lo que sea!

    Tomar medidas como las que indicas requieren que el gobierno P I E N S E… será que puede?

    un abrazo

  5. Goathemala dijo:

    Muy sorprendente. Hay que crear esa conciencia colectiva sin prohibir, aunque sea como aquí con el pavor a las multas. Es grato venir y aprender cosas nuevas de un país que me gusta mucho.

    Saludos.

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