Una ciudad y un castillo en una roca sobre el mar

Peñíscola

Eso es Peñíscola, en resumen.
La ciudad pertenece a la Comunidad Valenciana y se sitúa al norte de Castellón, casi en el límite con Cataluña.

comunidadvalencianaYo no recuerdo haber escuchado de ella, hasta hace un par de meses. Hice unas averiguaciones, me interesó y decidí visitarla. Eso sí, lo hice hace unos días, dando tiempo a que la mayoría de los temporadistas veraniegos que la abarrotaban se fueran marchando. No me gusta irme tropezando con la gente. De todos modos todavía quedaban turistas. Pero pude darme unas tranquilas caminatas y patinadas por la ciudad nueva. También me pateé muy bien la ciudad vieja encerrada entre las murallas en el Peñón, a la sombra del gran castillo que en la cima lo preside todo y que, por supuesto, hubiera sido para mí un pecado imperdonable no haberlo visitado.

Comunidad_Valenciana Me encantaron sus callecitas empinadas y tortuosas, llenas de comercios y de restaurantes, y el apacible ambiente que se respira. Las casas enfrentadas se acercan unas a otras y, en algunos casos, la farola de un lado se da la mano con la reja del balcón del otro lado. Recorrerlas de día y luego por la noche es una experiencia completamente distinta. La profusa iluminación de las calles las hacer ver distintas. Lo que en el día quizás quedó una foto algo insulsa cobra nueva vida al fotografiarla de noche bajo las luces.

Por cierto que mientras sacaba una de las fotos nocturnas, un grupo de alegres visitantes que estaban en la Taberna del Paso me pidieron que les sacara una. Les tomé un par de ellas, que le envié a uno del grupo por email. Era gente campechana y divertida.

Las calles de la ciudad vieja me recordaron algunas calles de la medina de Tánger, la de Marrakech y otras de Marruecos. No podía ser para menos, porque esta pequeña península, y su ciudad amurallada, antigua colonia griega y romana y puerto importante, estuvo en poder de los árabes desde el año 718 hasta el 1223 en que, debido a pactos, pasó a manos del rey Jaime I.

benicarlo-peniscola En el año 1229 pasó a poder de los caballeros templarios mediante una permuta. Ellos levantaron la imponente fortaleza que detentarían hasta el año 1307 y sería la última, ya que luego desaparecerían físicamente debido a las intrigas y el temor que, por su poderío militar y económico, suscitaron en algunos reyes, como es bien sabido; pero jamás desaparecieron de la historia y de las leyendas. Yo los tengo muy vivos en algunas de mis novelas.

Sin embargo el renombre de este castillo no es por los templarios, sino porque fue la residencia pontificia de Pedro Martínez de Luna y Pérez de Gotor. ¿Quién fue él? A la muerte del papa Clemente VII (1394) él fue elegido papa por 20 de 21 votos, y tomó el nombre de Benedicto XIII. Oscuras circunstancias políticas, muy al gusto de los franceses, que no quisieron al poco manejable Benedicto, terminaron con la Iglesia dividida con tres papas: él, Juan XXIII y Gregorio XII, dando lugar al cisma de Occidente. Benedicto XIII quedó con muy pocos apoyos y fue considerado un antipapa. Fue más conocido como el Papa Luna. De esa manera es que se conoce a esa fortaleza: el castillo del Papa Luna, en donde él vivió y encontró la muerte en 1423.

peñiscolaPeñíscola cuenta con dos playas de suave arena: la llamada playa sur, la pequeña, y la playa norte. Esta es la más larga, con unos siete kilómetros hasta Benicarló. Iniciándose en el peñón, la larga avenida que la bordea, que arranca con el nombre de avenida de la Mar y pasa a convertirse en la avenida Papa Luna, por un lado tiene a la playa y el mar y por el otro hoteles, más hoteles y edificios residenciales con excelente vista y una suave brisa constante. Si eres un apasionado de los helados esta ciudad será tu delicia. No sé cuántas heladerías habrá por metro cuadrado.

Yo la considero una ciudad digna de tenerse en cuenta por parte de jubilados. El hecho de ser tan llana y con esa excelente avenida costanera, la hace ideal para los paseos en bicicleta. Hay varios sitios en donde las alquilan. Es muy sencillo irse pedaleando hasta la vecina ciudad de Benicarló.

Pero si piensas que lo ideal, en esas condiciones, es un apartamento con vista al mar y pagar por ello, quizás debieras de replanteártelo. La placidez que se respira unas pocas calles más atrás, en los alrededores del estanque que forma el río, mueve a pensárnoslo muy bien. Sus aguas están lo suficientemente limpias como para que naden los patos y estén repletas de peces. Se encuentra bordeado por eucaliptos, pinos y sauces llorones, mis tres árboles predilectos. Los edificios que rodean el estanque resultan bastante atractivos y nadie te construirá en el frente. A mí me gustaron unos que están en la calle del Mestre Bayari.

La oferta hotelera y gastronómica es de lo más variopinta. Ya me dirás la de hoteles que puede haber en siete kilómetros, y eso tan solo hablando de los de primera línea de playa. Yo me alojé en uno que me recomendaron. Fue el hotel Playa,  que queda en el número 32 de la avenida del Mar, prácticamente al pie del peñón, casi bajo las murallas. Me gustan los hoteles más bien pequeños. Este tiene tres planta y, a pesar de sus añitos, está algo remodelado y no me defraudó en nada. Es un hotel para repetir y recomendar, y su restaurante tiene un menú diario y otros tres fijos de siete euros, diez y veinte (IVA incluido).

Ubicado en la primera línea de playa, no es más que salir del hotel, cruzar la avenida y el paseo y caer en la arena. Además esa parte de la playa en todo el frente, precisamente, es la que yo considero la mejor de todas para bañarse. Porque la península corta las corrientes y no hay oleaje. Puedes nadar durante horas o alquilarte un pote de pedales, dejarlo a la suave deriva y disfrutar lanzándote por el tobogán que tienen, sea el curvo o el recto más alto.

Algo que me sorprendió de Peñíscola, para ser un lugar tan popular y turístico, fueron los precios de los restaurantes. Hay de todo, por supuesto, pero he visto precios muchísimo mayores en chiringuitos de mala muerte en playas de Barcelona, que en un buen restaurante en Peñíscola. Si se consiguen menús del día desde ocho euros ya me dirás tú.

Peñíscola y su castillo han sido plató de rodaje para numerosas películas, tales como:  Ana Cadova (1914), La alegría del batallón (1924), La vida es maravillosa (1955), Calabuch (1956), Los bucaneros del mar caribe (1960), El Cid (1961), Todos eran culpables (1962), ¡Jo, papa! (1967), Aluncinaciones (1978), El hijo del cura (1982), El cura ya tiene hijo (1984), Fuga de la isla del diablo (1984), Tramontana (1990), El día nunca por la tarde (1994), Tierra (1995), París-Tumbuctú (1999), Mataharis (2007), Pizza Eli (2008). Sinterklaas (2009), entre otras. (Fuente: Peñíscola Film Office).
Rivaliza con ciudades como Barcelona, Sevilla, Almería y Málaga como platós de rodaje. Actualmente, la ciudad se prepara para la filmación de nuevos capítulos de Juego de Tronos.

Por cierto, ayer domingo cerró Peñíscola sus fiestas patronales con el segundo día del Desfile de Moros y Cristianos, pasacalles y conciertos. Definitivamente: una ciudad para tener muy en cuenta para vivir.

Ver Peñíscola en:
Wikipedia
Ayuntamiento de Peñíscola
Turismo de Peñíscola

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