Hay cosas, hechos y sensaciones que trascienden el tiempo, preservadas en la memoria. Algunas parecen imperecederas, nos da la impresión de que siempre estarán ahí, porque las recordamos desde que éramos niños. Es el caso del Toronto.
Yo no voy a poner en duda que haya bombones que lo superan en sabor, porque los hay. Pero el Toronto es…, es Toronto; no tiene otra definición. Porque uno no le dice “bombón”, se le dice tan solo «toronto»; no se necesita más. Vamos, casi como decir ColaCao. Lo que sí te puedo decir es de qué está hecho: de la fórmula de la abuela. Una avellana recubierta de rico chocolate, en la justa medida y proporción.
Un toronto es como aquel primer beso de adolescentes en aquellos labios tímidos e indecisos que te traían bizco. Sujetas uno entre los dedos, con delicadeza, con mimo, casi con adoración. Lo miras, remiras y admiras, absorto en la perfección de sus curvas; comprendiendo que, en geometría al menos, no hay mayor perfección que la esfera y, en lo demás, es la perfección de aquellos labios ansiados y que se hacen de rogar.
Tal como antaño tú mirabas la curvatura de aquellos labios que te chiflaban, en la perfección absoluta del arco de Cupido, ahora observas el toronto y te preguntas qué textura tendrá, qué sabores te ofrecerá. Mientras te vas acercando a esos labios…, perdón, a ese toronto, te dices que te vas a concentrar en sus sabores nada más. Cuando ya lo tienes entre los labios…
¿Recuerdas aquel primer beso de adolescente? ¿No? Yo tampoco. Ese es también el problema con el primer toronto. Te concentras tanto en intentar sentir todos sus sabores que, extasiado en su suave textura, te olvidaste de todo lo demás y te supo a poco. Por eso, un consejo: ten a mano siempre un segundo toronto, porque será como el segundo beso. Quizás te puedas concentrar un poco más en sentir lo que hay que sentir.
Pero para mí el toronto es eso, recuerdos de adolescencia y juventud. Ahora, con ellas tan lejanas en el tiempo, aunque cerca en el recuerdo, hay algo que a mí me produce más placer que un toronto: un Cocosete.