Solamente tienes que salir y observar a tu alrededor, concentrándote en la gente y sus actividades, porque ellos son los protagonistas de la ciudad. Seguramente podrás llenar un álbum entero de interesantes fotografías.
La gente da para todo. En la Plaza de Oriente, en Madrid, una pareja vestida de estricto negro ―que si no fuera por el baile pensaría que van de luto― con las mejillas muy pegadas, realiza unos complicados pasos con el acompañamiento de una pieza de tango. Este es un baile con un gran significado, pero que a nadie en su sano juicio se le hubiera ocurrido inventar, a menos que los dos estuvieran ebrios y aprovecharan el dejarse ir, tuvieran la libido muy alta o fueran argentinos; o todo junto.
Observando a esa pareja, comenté con mi esposa e hijo en proponer al tango como baile de alto riesgo. Un solo fallo en el movimiento de las piernas, y sería preciso llamar a la ambulancia del SAMUR, para que intenten desenredar a los bailarines en el suelo. Son esas cosas tontas que uno piensa, con la sonrisa en los labios, cuando se va paseando, por el gusto de caminar y de ver a la gente de tu ciudad. Yo no estoy calificado para evaluar tango, pero me parecieron soberbios esos dos. Por lo menos lo hicieron parecer elegante, hermoso y fácil, que ya es decir.
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